Pisos de estudiantes y problemas en la comunidad: ¿Qué podemos hacer para combatirlos?

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    Carreras por los pasillos a cualquier hora del día o de la noche, desaparición de felpudos o de elementos de decoración particulares o de la comunidad, salidas y entradas a deshora, trasiego continuo de gente… La existencia de pisos de estudiantes en la comunidad de propietarios suele ser una de las preocupaciones más comunes del resto de los vecinos, ya que en muchas ocasiones vienen a quebrantar la paz del edificio.

    Los jóvenes celebran de todo tipo de eventos y fiestas; desde cumpleaños, pasando por fiestas de fin de curso e incluso despedida de soltera.

    Para evitar estos problemas o ponerles solución en el caso de que aparezcan, las soluciones más efectivas suelen ser instalar videovigilancia (para disuadir y registrar cualquier acto impropio que ocurra dentro de los muros del inmueble) y disponer de un sistema de control de accesos mediante tarjeta que regule dónde pueden acceder los nuevos inquilinos. Pero, además, una buena labor de información también suele ser útil. Te contamos cómo poner remedio a unos inquilinos “revoltosos”.

    • Establecer unas normas claras de uso de instalaciones y convivencia: aunque casi todas las comunidades de propietarios tienen este punto detallado, asegúrate de que la tuya se encuentra entre ellas. Define qué comportamientos están permitidos, cuáles no y las sanciones, así como el sistema de apercibimientos en caso de que lo haya. De este modo, cualquier dueño o inquilino sabrá a qué atenerse.
    • Informar a los propietarios que alquilen pisos a estudiantes de que deben transmitirles estas normas: en ocasiones, cuando alquilamos un piso a terceros, se nos olvida explicarles las normas del edificio, lo que puede llegar a propiciar comportamientos indeseados por desconocimiento. Para evitarlo, es buena idea recordar a los propietarios que han de informar a sus inquilinos claramente de las normas de la comunidad, e incluso entregar a sus nuevos inquilinos un documento en el que las tengan siempre a mano. Así no podrán aducir que no las conocían.
    • Ubicar las normas del edificio en un lugar visible para todos: el tablón de anuncios es un buen sitio, ya que suele estar cerca de la entrada, en una zona de paso común para todos los vecinos, siempre y cuando no se oculten las normas con otras notificaciones o documentos. También se pueden distribuir por los rellanos de cada altura, en el caso de que sea necesario, así como en los accesos a las zonas de ocio o garajes.
    • Recordar a los dueños que siguen siendo los responsables últimos de lo que suceda en el edificio a causa de sus inquilinos: al poner nuestro piso en alquiler, a veces nos olvidamos de que seguimos siendo responsables de los malos comportamientos que nuestros inquilinos tengan para con las instalaciones comunes del bloque y que somos también nosotros, como propietarios, quienes debemos velar por que se cumplan las normas. No se trata de someter a los inquilinos a vigilancia, sino de asegurarse, sobre todo cuando son estudiantes, de que se comportan de manera correcta y no molestan al resto de vecinos.
    • Instalar cámaras de videovigilancia: junto con informar, la comunidad puede tomar otras acciones para evitar problemas en las instalaciones o la propiedad de otros vecinos. Así, contar con cámaras nos ayudará a mantener el orden tanto por el efecto disuasorio que suelen tener también entre la gente joven, como porque tendremos la tranquilidad de que, si sucede algo susceptible de ser sancionado, quedará registrado en las grabaciones.
    • Contar con un sistema de control de accesos mediante tarjeta: además de evitar que nuestra comunidad se convierta en una pensión de la que todo el mundo tiene llave (ya que las tarjetas no se pueden copiar, de modo que los estudiantes que vivan en nuestro bloque no podrán hacer copias para otros amigos), con un control de accesos de este tipo en el que estén centralizadas todas las puertas de la comunidad (garajes, zonas de ocio y comunes, contadores o ascensores) podremos regular dónde entran y dónde no los vecinos problemáticos, incluido restringirles el uso de las zonas de ocio si persisten sus comportamientos inadecuados.

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